jueves, 16 de enero de 2014

“Colores en el mar”, “Piedra de sacrificios” y “Conpalabras y fuego”

Poema en audio: Nocturno a mi madre de Carlos Pellicer en la voz de Ignacio López Tarso.
El escritor, poeta, museólogo y político mexicano Carlos Pellicer, a quien se recuerda hoy que se cumplen 117 años de su natalicio, pasó a la historia de la literatura como “El poeta de América”.  Destacado integrante del grupo Contemporáneos, Pellicer fue reconocido con el Premio Nacional de Literatura 1964 y dejó un amplio legado integrado, por numerosos obras, tales como
“Colores en el mar”, “Piedra de sacrificios” y “Conpalabras y fuego”.

Mi madre era amiga de una señora carmelita, de apellido Cámara. Fue así que tuvo estrechas relaciones museográficas y de cultura contemporánea con el Poeta de América, Carlos Pellicer. Particularmente, mi madre llevaba a todas las señorass que pertenecían al club que presidía---"EL TRECE GUADALUPANO"-- a su casa en las Lomas de Chapultepec, para presenciar el Nacimiento que año tras año ponía el maestro. 

Mucho tiempo después, cuando estaba en tratos con el gobierno, para vender parte de la biblioteca de mi padre, consagrada a Tabasco,  lo traté con mucho entusiasmo y admiración. Él era senador de la República. Me hizo acompañarlo en una caminata larga por Villa Hermosa, recorriendo campos. Iba en shorts y podían verse sus vigorosas e infatigables piernas, rematadas en huaraches. He aquí uno de los poemas más célebres de este vasconcelista, miembro del Grupo de los Contemporáneos y uno de los intelectuales más egregios, de índole clásica.

Desvinculado de su actividad docente y huyendo de los recuerdos de la madre fallecida; inicia con pasión su obra museográfica. Para ello habla con el gobernador de Tabasco con el fin de organizar la reestructuración del único museo, ubicada en La Venta. Trasformarlo le lleva dos años. En ese tiempo organiza doce salas de exhibición. La sala que alberga los códices  mayas  la dedica a  Lord Kingborough, que muere en prisión y en la miseria, por los compromisos contraídos para publicar en la Gran Bretaña códices indígenas mexicanos. Proyecta también un auditorio, una oficina, una biblioteca y una sala de exhibiciones temporales. Para poder realizar este proyecto tuvo que viajar constantemente a la capital tabasqueña. Como carecía de  casa en Villahermosa, colocó en el vano de la escalera del propio museo una cama y una caja de madera que hacia las veces de ropero. Se ocultaba de la mirada de los visitantes al museo por un biombo de madera. Su espíritu franciscano lo lleva no sólo  a la actitud estoica de dormir en un incómodo rincón sino a hacer la mayor parte de sus viajes a pie. Siempre padeció de  estrechez económica, estado que nunca lo abandonó. Quizás, cuando lo conocí gozaba de más recursos, gracias a la dieta de que gozaba como polìtico priista,


CARLOS PELLICER amante de la cultura clásica, de la Ateniense, en particular, iba contándome asombrosos relatos sobre sus andanzas en todas partes  del mundo,  exaltados con su recia voz y descritos mímicamente con pintorescos ademanes. Me hablaba de sus viajes por América del Sur, Europa y Cercano Oriente. Tales anécdotas  abrieron los ojos y la sensibilidad de gentes tan extraordinarias como sus discípulos Octavio Paz, Pedro Vázquez y todos los intelectuales de la era vasconcelista. El mundo natural y el del arte, ríos y valles, templos y estatuas, volcanes y catedrales, desiertos y ruinas, desfilaban ante mi imaginación mientras lo acompañaba en la marcha a paso veloz...

Como estaba enterado de que el fantástico museo, a orillas del Usumacinta, él lo había ordenado, le pregunté qué sistema museográfico seguía,  y me respondió:
"...cuando hago un museo y los he hecho siempre solo; todos los errores son míos, y si hay aciertos también son míos. Estoy más cerca de la lógica y el orden a través del tacto moviendo o movilizando objetos, que manejando las palabras. Para mí, hombre confundido con la tierra, las palabras son demasiado volátiles: se me escapan de las manos. En la organización de museos es donde me encuentro con menos obstáculos, con mayor posibilidad de ejercer, de establecer el orden".

Me referí, luego, al Grupo de los Venéreos, con los cuales mi padre y yo nos reuníamos cada viernes en el Club Suizo de la Ciudad  de México y le pregunté cómo era la personalidad de aquél hombre que había soñado en tierras campechanas llegar a ser el director de una biblioteca, algún día, parecida a la del Liceo.  Me dijo que "Si los muralistas tenían una personalidad tan imponente,  cómo sería Vasconcelos que había podido reunir a su alrededor intelectuales de primera línea."
En 1909,  como consecuencia de la situación política que vivía Tabasco, su padre se alistó en el ejército constitucionalista, por lo que él y su madre se trasladaron a vivir a la ciudad de Campeche. A Pellicer no le gustaba hablar de su progenitor (quizás por el hecho de que fue enemigo de las huestes revolucionarias) y no pude enterarme si murió en alguna batalla y fue por eso que careció del cuidado de la figura paterna, toda su infancia  Por lo precaria de su  situación, tuvo que trabajar y vender los dulces que elaboraba su madre. Allí, en Campeche,  empezó a escribir sus primeros sonetos, considerados como verdaderas obras de arte.

En la Escuela Nacional Preparatoria se relacionó con intelectuales de primera línea.Fue allí donde inició su amistad con los hermanos Magdaleno, Jun Bustillos Oro, Antonio Helú, los hermanos Azuela, entre muchos otros.  Como miembro de la asociación de esudiantes preparaorianos fue designado para representar a nuestra patria  en Colombia y Venezuela.

El Lic. José Vaconcelos, rector de la Universidad Nacional de México, impresionado por sus palabras contra el dictador de Venezuelael trstemente célebre Juan Vicente Gómez,   le dio trabajo en la Universidad, primero como escribiente y después como oficial, llegando a ser su secretario particular. Simultáneamente da clases  de Español en la Escuela Nacional Preparatoria. Meses después, cuando el rector es nombrado secretario de Educación Publica, se lo lleva como su secretario.

Vasconcelos convoca a los jóvenes a participar apasionadamente en su proyecto educativo, que pretendía emular la hazaña de primeros evangelizadores. Los nuevos misioneros tenían la tarea de erradicar el analfabetismo. Para este propósito formó grupos de voluntarios, que se lanzaron a las vecindades y a todos los rincones del país a dar clases de alfabetización.
En 1921, junto con Lombardo Toledano, Diego Rivera, José Clemente Orozco  y otros artistas,  fundó el Grupo Solidario del Movimiento Obrero. Fue profesor de poesía moderna en la Universidad y director del Departamento de Bellas Artes en el Palacio. Organizó los museos Frida Kahlo , y el del Anahucalli. Colaboró en las revistas Falange,  Ulises  y Contemporáneos..
Él mismo tuvo la gentileza de recitarme, mientras caminábamos, esta hermosísima poesía:
 Tres años después de su muerte se inauguró el Museo del Agua. Fundado por el poeta Carlos Pellicer Cámara, el Museo de las Culturas del Agua es una institución permanente sin fines de lucro que investiga, conserva, protege, documenta, difunde y exhibe  el patrimonio  arqueológico más importante de la región. Es una puerta privilegiada de acceso a las civilizaciones ancestrales del Sureste de México, que fomenta y estimula de forma lúdica el interés por la conservación y disfrute del patrimonio cultural y natural . A través del aprendizaje significativo, despierta vocaciones en un marco de desarrollo sustentable para elevar la calidad de vida de la comunidad. Utiliza enfoques y medios museográficos de vanguardia, así como estándares en materia de conservación y seguridad; y, dada la calidez de sus servicios al público, estimula la creatividad y la participación activa a través  de talleres, clubes, exposiciones, conferencias, cursos y publicaciones de calidad.



EL VIAJE

Y moví mis enérgicas piernas de caminante 
y al monte azul tendí. 
Cargué la noche entera en mi dorso de Atlante. 
Cantaron los luceros para mí. 

Amaneció en el río y lo crucé desnudo 
y chorreando la aurora en todo el monte hendí. 
Y era el sabor sombrío que da el cacao crudo 
cuando al mascar lo muelen los dientes del tapir.

Pidió la luz en hueco para saldar su cuenta 
(yo llevaba un puñado de amanecer en mí). 
Apretaron los cedros su distancia, y violenta 
reunió la sombra el rayo de luz que yo partí.

Sobre las hojas muertas de cien siglos, acampo. 
Vengo de la montaña y el azul retoñé.
Arqueo en claro círculo la horizontal del campo. 
Sube, sobre mis piernas, todo el cuerpo que alcé. 
Rodea el valle. Hablo,
y alrededor, la vida, sabe lo que yo sé.
 Entonces me invitó a su casa de las Lomas. Lo vi en el despacho, que era la habitación más grande. Estaba repleta de libros en desorden, muchos adquiridos seguramente en la calle de los libreros.
Las siguientes frases son consideradas inmortales:

·         Que se cierre esa puerta que no me deja estar a solas con tus besos.
·       No hablo de Grecia como una sucesión de fechas y héroes si no me refiero a la vida cotidiana de las personas que nos dejaron cultura, arte y modos de vida.
·         "En  un Museo, las cosas por sí mismas manejan su propia retórica y su elocuencia es su patrimonio intrínseco."