domingo, 28 de julio de 2013

EN DEFENSA DE LO USADO

EN DEFENSA DE LO USADO

28 de Julio de 2013 a la(s) 18:21
HE venido comentando la obra clásica de Cicerón, sobre la vejez.
El tema central de la obra —o, más bien, uno de los temas centrales— consiste en una refutación ordenada de cuatro motivos por los que la vejez puede parecer miserable.
El primer argumento es que la vejez aparta de las actividades. Catón (Cicerón, a través de Catón) se pregunta de cuáles.
Se da el caso de actividades  literarias. Conocemos a muchos escritores ya septuagenarios que siguen escribiendo toda clase de ensayos y novelas.
 Sófocles, ya viejo,  convenció a los jueces declamando Edipo en Colona. Otros ancianos, de los que no se escatiman ejemplos, tuvieron la dicha de que sus estudios duraran lo que su misma vida.
Es el caso de mi hermana Mery que estudia baile folklórico, teatro y visita museos. Bella manera de decir que ella y sus compañeras estuvieron siempre renovándose y aprendiendo.
Sócrates, por ejemplo, empezó a estudiar la lira y el propio Catón la lengua griega en la ancianidad.
 La segunda razón para deplorar la vejez es la pérdida de la fuerza física. El argumento de Cicerón, puesto en boca de Catón, es que la vida no debe valorarse por ella. Pero es obvio que decrece. También es obvio que abundan las enfermedades. Mas éstas ¿no son también propias de los jóvenes? ¿es que alguien está libre de la debilidad y la dolencia? "Hay que hacer frente a la vejez, y hay que compensar sus defectos con la diligencia. Lo mismo que hay que luchar contra la enfermedad, hay que hacerlo contra la vejez", dice el sabio anciano.
 
Y agrega algo que suena muy moderno: "Es preciso llevar un control de la salud, hay que practicar ejercicios moderados, hay que tomar la cantidad de comida y bebida conveniente para reponer las fuerzas, no para ahogarlas. Y no sólo hay que ayudar al cuerpo, sino mucho más a la mente y al espíritu. Pues también estos se extinguen con la vejez, a menos que les vayas echando aceite como a una lamparilla".
Cuando leo lo que escribe Mery me quedo perplejo. Hace toda clase de ejercicios: gimnasia: usa aparatos modernos para hacer, por ejemplo, abdominales.
Cicerón da recetas de cocina. Estos pasajes son recomendaciones dietéticas, en el sentido de una forma de vida acorde con la edad. Suenan, en realidad, como de sentido común, y sin embargo fueron escritos cuarenta años antes de la era cristiana.
Hay que hacer notar que Catón agrega, a continuación, que la vejez "es honorable si ella misma se defiende, si mantiene su derecho, si no es dependiente de nadie y si gobierna a los suyos hasta el último aliento". Estas observaciones, podría argüirse, con ser muy atinadas, no se aplican a muchos viejos que padecen la tortura de la dependencia y la pobreza. Catón habla, en realidad, de aquellos viejos que pueden sumergirse en sus estudios y ni siquiera darse cuenta de que envejecen.
Hablaré de mí mismo: nado, toco el piano, subo música de todo género, corro, camino kilómetros por la playa. Leo y, sobretodo, converso con excelentes compañeras: mi propia hija ALiz, alerta de todo y siempre a la vanguardia y con mi última compañera de la vida, Lupita. Nada decir de Pilar, con la que comparto muchos criterios, opiniones y observaciones sobre nuestros hijos.
Hay una razón, la tercera, para lamentar volverse viejo, que es tal vez una de las más frecuentemente citadas: la edad provecta hace perder placeres. En esta parte, el viejo Catón lanza una diatriba contra los placeres. La pasión, alega, nos arrastra a acciones vergonzosas y criminales. Es una suerte que la edad aleje de nosotros lo que es lo más pernicioso de la juventud. "...nada hay tan detestable como el placer, si es verdad que éste, cuando es demasiado grande y prolongado, extingue toda la luz del espíritu". 
A este respecto diré que he sido amigo de mujeres viejas, algunas bellas damas, tan propias y elegantes que puede decirse su refinamiento es consecuencia de su edad. Pero, asimismo he oído de otras que hasta mis mujeres fueron, que se han convertido en brujas pletóricas de lascivia y de la indignidad de buscar a su cirado-amante hasta los confines de la ciudad en barriadas míseras en pos de un placer que les debiera estar estfrictamente prohibido.
Detesto todo lo que enseñó el Marqués de Sade: no acepto ni sadismo ni masoquismo. Empecé a leer el primer tomo de Gray, 5o y tantos matices de ilustre mediocridad en tonos grisáceos y al cuarto capítulo me detuve en seco y tiré el mamotreto justo cuando hallo al protagonista de las más aberrantes violaciones y de disertaciones en las que, mediante sofismas, justifican cínicamente sus vergonzosos actos. La expresión de un ateísmo radical, además de la descripción de parafilias y actos de violencia extrema, son los temas más recurrentes la autora en estos pornográficos  escritos, en los que prima la idea del triunfo del vicio sobre la virtud. Sade fue encarcelado bajo el Antiguo Régimen, la Asamblea Revolucionaria, el Consulado y el Primer Imperio francés, pasando veintisiete años de su vida encerrado en diferentes fortalezas y «asilos para locos». También habrían de hacer los mismo con la autora de Gray.

En este capítulo reprocho tanto a Aliz como a Lupita que hayan leído exhaustivamente la trilogía de los cincuenta y tantos tonos grises de Grey. No he tolerado nunca las desviaciones sexuales. Todo lo que significa drogas, suplicios, castigos, dolor, nunca fue conmigo. El placer sexual debe ser limpio. Está prohibido sufrir. Hay que saber gozar límpidamente.  No sólo no hay que reprochar a la vejez que sepa prescindir de los placeres, hay que felicitarla por ello.
Una vida virtuosa es garantía de bienestar. La argumentación es bastante diáfana cuando se trata de los placeres de la mesa, toda vez que al privarse de excesos, de comilonas y libaciones, la vida es más grata. Pero con respecto al amor y al sexo, tema entonces muy debatido y asunto de perenne importancia, la discusión es algo más difusa. El anciano observa que disminuye el deseo y por lo tanto hay menos necesidad de obtener satisfacciones en ese ámbito. Sobre todo, dice, "para los que están satisfechos y ahítos es mucho más agradable la carencia que el disfrute". De esta frase se infiere lo inverso de lo que previamente el anciano ha predicado, pues ¿quién puede estar satisfecho y ahíto de placeres si ha llevado una vida virtuosa privándose de ellos? Resulta que la carencia es buena para el que ya está harto. Y para hartarse, obviamente, hay que haber gozado. Otro punto ambiguo es la declaración de que tales placeres no están lejanos del todo. "La vejez, dice, disfruta de ellos (los placeres) lo suficiente aunque los vea de lejos".
No tan de lejos los ha de ha de haber visto el autor Cicerón, quien, a los sesenta años se ha divorciado de Terencia tras veintinueve años de matrimonio para casarse con su joven pupila Publilia.
En el capítulo de los placeres hay una larga exaltación de los que brinda la agricultura. Ver crecer las plantas, vigilar lo sembrado, acumular los frutos de la tierra, vivir la paz bucólica del campo, son ternas en los que el autor se explaya.
Hay que reconocer, sin embargo, que toda la dulzura de la vida puede verse empañada por la avaricia y la pesadez de ancianos que desean más de lo que los jóvenes desean concederles. Pobres de ellos, "pobre de la vejez que tiene que defenderse con palabras". Porque, dice, "ni las canas ni las arengas pueden proporcionar autoridad de repente, sino que es la vida anterior vivida honestamente la que recoge los últimos frutos de la autoridad".
Implícitamente, el autor Cicerón, a través de su personaje Catón, está elevando el respeto a la dignidad de un placer propio de la vejez. Placer que, no precisa decirse, deriva de la vida previa, es fruto del esfuerzo de antes. En la sociedad romana, se concedía una autoridad muy particular a los ancianos en la figura del pater familias . Como indica Georges Minois en una reflexiva nota, a partir del siglo IV la desintegración progresiva de la gens dio lugar a las familiae independientes, cuyos miembros estaban unidos por lazos jurídicos más que naturales bajo la patria potestas por nacimiento del mismo padre o bien por adopción o matrimonio. Bajo el sistema de la agnatio, el poder está vinculado al parentesco por vía masculina, lo cual explica que sea el hombre, y el hombre viejo, quien goza de absoluto poder. Su autoridad, que no conoce límites, es frecuente motivo de burla en el teatro y en la literatura. Por ende, es una figura ambigua. Por una parte, goza de poder y autoridad, por otra es odiado. No siempre es figura de respeto, especialmente si pierde bienes y poder. La pugna con las generaciones jóvenes, a menudo ejemplificadas en la figura del hijo, encuentra resonancias de marcados acentos, tal vez mayores que en otras tradiciones. En este sentido declaro la guerra a la hipocresía, al fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan y que jijos interesados en la herencia y padres que fueron cosita aparte, en el altar del hogar pasan por dechados de virtudes.
La última razón para deplorar la vejez, la proximidad de la muerte, es analizada en De Senectute en un registro que ya se ha convertido en tópico. "Si no vamos a ser inmortales, es deseable, por lo menos, que el hombre deje de existir a su debido tiempo. Pues la naturaleza tiene un límite para la vida, como para todas las demás cosas". Si no hay nada después de la muerte, nada debemos temer. Si la muerte es la puerta para vida eterna, debiéramos desearla.
Por supuesto, en la época de Cicerón el tema de la longevidad tenía caracteres distintos de la época actual. Hoy no es improbable que una persona promedio, en un país medianamente civilizado, pueda aspirar a una larga vida. Por ende, desear vivir muy largo no es ambición descabellada. El tema de la calidad de la vida larga es el que ahora nos preocupa y conmueve. La disposición del tiempo libre, el goce del ocio, la satisfacción de las necesidades, todos los duelos, casi diarios, que significa la pérdida de ascendiente y dinero son hoy día más relevantes.
Una vida terminada "a su debido tiempo" supone una reflexión filosófica profunda.
Tratar de precisar qué es una vida adecuadamente vivida y cuándo es razonable que termine, tiene sus bemoles, unos cuantos más que los de mi piano de cola. Conocida es la propuesta de racionar los recursos de la salud en hospitales y seguros sociales,  sobre la base de la edad, que ha causado más de alguna ácida polémica y cambios de política.
El libro de Cicerón es un bello monumento al ideal. Ojalá todos pudieran vivir y morir como el sabio tribuno imagina y recomienda. Ojalá sus recomendaciones fueran leídas y meditadas. Tal vez no a todos convenga el género de vida que allí se describe. Sus páginas destilan una suerte de esperanzada alegría, un útil recuerdo de que siempre hay algo mejor a qué aspirar. Como apología de la vejez, logró el libro su propósito. Pero, como la vejez misma, es una apología de doble cara. Aquello que se celebra también puede ser objeto de preocupación. Lo deleitable es a veces negativo. La vejez, como la vida misma, siempre aceptará miradas múltiples y contradictorias.
En esta cuestión he aprendido a ser muy reservado y prudente. ¡Cómo vivo y gozo mi vida! es materia tan personalísima que no la comparto con nadie más que con aquellos que son mis íntimas amistades. 

martes, 2 de julio de 2013

te amare toda la vida: ROMANCE, 1966



Aunque había crecido al amparo de la trova yucateca. pues mi papá se encantaba escuchando a Guty Cárdenas y a otros cantautores campechanos, fue un descubrimiento compartir las noche bohemias con nuestros amigos, en la terraza, a la luz de la luna y sentado en mecedoras de mimbre. Se pasaban la guitarra y, si no, alguien acompañaba al trovador. Se desgranaban, así, versos y melodías inmortales que recordaban momentos románticos de cada pareja.
Una de esas canciones, que cantaba Teté, era "La Puerta" de Luis Demetrio.
Luego, en un Carnaval, apostados en una tarima den una esquina del Paseo Montejo toqué el piano y me tocó oír al famoso autor allí mismo cantando para loas comparsas y alegres transeúntes.
Al ponerlo hoy, en estas curas milagrosas a través de los recuerdos---que es algó así como curarse estando mu sano, no puedo dejar de reflexionar:

Aquellos pasajes de felicidad dieron paso a horas muy amargas y a reiteradas traiciones de lo que promete y se compromete el músico poeta cuando lanza al viento su exaltación espiritual que pretende perdurar a través de la unión con su amada. Rara vez es así. Habría que ver que pasa con nuestros hijos creados yh criados bajo esa creencia de eterno romance: dos se han divorciado, dos no se casaron ni quisieron prole alguna;  tal como si nos asomamos a ver a nuestros parientes y  amistades de aquel entonces.

La vida puede ser, pues, como una puerta que se cierra dejando encerrada una ilusión:

http://youtu.be/MzcIrWd0zyM

Enrique "Coki" Navarro - Te amare toda la vida



La canción es impecablemente comprometida.
Te amaré toda la vida, lo mismo en primavera que en invierno.
Coky Navarro también se la llevó de serenata a Teresita Charruf de Denegre Vaught.
Alla en la vieja casona de la calle, creo, que 26 de un colonia antigua.
Pero así como se me han olvidado las direcciones, también quedó en el arcón de loas memorias, todo lpo demás, implícito en un amor romántico que no pudo continuar.
Diré que Teté hizo lo imposible---según ella-- para que no se rompiese la magia de un matrimpnio de 19 años. Pero, asimismo, diré que cuando don Tufic dijo vengan porque me voy!!, las hermanitas Aqueber y Teresita, se fueron tan raudamente como pudieron al hogar lejano, de donde salieron en pos de la felicidad. Cuando volvieron cada una tenía cinco hijos. Y ellos eran el testimonio más fechaciente de que en cada unión hubo amor verdadero. Mas, también, que el amor acaba, como dice otra cación, pero esa es para otra curación por otro recuerdo!!!

El falso heredero de recuerdos, con aquel niño cantor tan encantador: JOSELITO


Estos personajes inolvidables. Joselito y Sara García y otros grandes actores, al estilo yucateco, son un rico marco para la evocación de este recuerdo.
El  tema tan semejante a mi vida me trae un titipuchal de recuerdos.
Por ejemplo, esta canción se la llevé de serenata a mi esposa Teresita Charruf, entonces de Denegre Vaught.
Les dejo disfrutando este tráiler tan hermoso, tan bien producido y, sobretodo, tan nostálgico.
¡¡Que lo gocen!!
Y que despierte la Paloma de mis Amores, tan dormida....!!!