
Así es que le dio la bendición a su hija política y estuvo muy atenta para saber todo acerca de ese "caballero". Las cartas que don Leónidas Palomo escribió a su abrumada "prenda de infinito e imperecedero amor" eran muchas, cuidadosamente escritas en la elegante caligrafía de la época. Pero a lo que más caso hizo la joven Elena, requerida por ese hombre de avanzada edad, fue que le prometió cuidar, proteger y amparar a su único hijo Jorge.
Allanado todo, incluyendo la aprobación de la suegra, de sus familiares cercanos y hasta del niño Georgy, se celebró la boda. No obstante, el niño fue inscrito en la mejor escuela de la península, la Modelo, de Mérida. Allí Jorge encontró la guía del célebre maestro Novelo, el director del internado, quien con mano de hierro pero también comprensión y cariño le dio una educación excepcionalmente alta en valores éticos, morales y religiosos pero, sobretodo, en conocimientos.
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De ese internado modelo, tras seis años, en los cuales hasta las vacaciones las pasaba lejos del hogar materno, Jorge al fin se reunió con su madre, quien había enviudado por segunda vez, en Ciudad del Carmen, donde estudió en el Liceo Carmelita.

Ya era un adolescente y con las inquietudes propias de esa tormentosa edad, Jorge se lanzó a una serie de actividades que pudo desempeñar gracias a la fortuna que heredó su madre. Los negocios eran: un periódico revolucionario, marxista y con las ideas de los filósofos sociales discípulos de Engels, los anarquistas clásicos; empresario de box con el afán de traer a los campeones del mundo y de México; empresario de toros, organizador de corridas con los maestros del toreo, entre ellos Luis Freg y, como si fuera, poco, político enemigo mortal de los caciques del Carmen.
Los negocios del joven idealista y ambicioso emprendedor no tuvieron el éxito económico que deseaba y, de paso, dejó en ruinas las posesiones de su madre.
Perseguido políticamente, fue lanzado al ostracismo. Mi madre me tomó en sus brazos y ambos emprendieron un viaje desesperado y lleno de esperanzas a la capital de la República donde el joven Jorge Denegre Vaught continuó sus estudios de secundaria hasta llegar a recibirse de licenciado en Derecho.
En ese momento recibió el resto de un fideicomiso que le había ayudado a subsanar tantos entuertos.
El fideicomiso lo creó su tío George Denegre y se le solicitó gentilmente a la madre viuda de Vaught que los decendientes de George llevaran también el middle name de Denegre, honrando así la progenie de un hombre que tenía todo menos hijos varones para prolongar el apellido paterno.

Mi padre en un discurso que pronunció en un homenaje en Palacio Nacional se refirió así a ese pasaje de su vida:
--- Mi madrecita había perdido su casa y bienes en aras del apoyo económico sin cortapisas que me dio de joven. Fue mi anhelo durante toda mi vida devolverle su casa. Eso logré hace algún tiempo y en esa casa de la Colonia Nápoles he puesto los libros de literatura, arte y ciencias sociales donde ahora se halla la colección de literatura mexicana quizás más completa que se encuentra en México.

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